Coloquialmente hablamos de estrés para referirnos a la tensión y malestar que experimentamos cuando tenemos un problema. Pero en realidad el estrés es una realidad mucho más compleja de lo que pensamos: existen infinidad de situaciones que causan estrés, los síntomas evolucionan en diferentes fases y existen diferentes tipos de estrés. En este artículo seguiremos profundizando en esta realidad compleja abordando estos temas. Además, si estás interesado/a en aprender más sobre los principales síntomas del estrés y sus consecuencias, o sobre el papel que desempeña en nuestra supervivencia y productividad, no te pierdas nuestro post “Un enemigo silencioso” y “Nos afecta a todos”.
¿Cuáles son las causas del estrés?
Los “estresores” se definen como situaciones o estímulos que generan cambios significativos en la vida de la persona. Los estresores no tienen por qué ser necesariamente situaciones negativas, también pueden ser situaciones positivas (ej. una boda, el nacimiento de un hijo/a, una mudanza,…). Al igual que no todo el mundo reacciona al estrés de igual modo, una situación puede resultar estresante para una persona pero no para otra. Además, pueden ser situaciones que sucedan una sola vez (ej. el fallecimiento de una mascota) o que se mantengan en el tiempo (ej. la enfermedad crónica de un familiar).
Existen infinidad de causas por las que una persona puede experimentar estrés, aunque todas ellas tienen algo en común: la persona percibe que sus recursos no son suficientes para hacer frente a dicha situación. Además, los estresores comparten una serie de características:
- Constituyen una situación nueva que nos exige cambios y adaptación.
- Producen una activación corporal que nos obliga a trabajar para recuperar el equilibrio.
- Al principio suele faltar información, hay incertidumbre y no sabemos qué va a ocurrir.
- Cuanto más dura la situación más se cronifica el estrés y más se deteriora nuestra salud.
Los expertos suelen clasificar los estresores en cuatro grandes categorías: a) Estresores crónicos menores: como los atascos matutinos, vivir en una ciudad muy cálida o ruidos constantes (ej. obras, vivir cerca de un aeropuerto,..); b) Sucesos vitales menores: problemas cotidianos que alteran la vida de la persona y producen emociones negativas. Por ejemplo, un golpe con el coche, un hijo/a resfriado/a o un proyecto laboral complejo; c) Sucesos vitales mayores: situaciones que producen cambios importantes en nuestra vida, como la pérdida de un ser querido, un despido, un divorcio,… y d) Estrés traumático: situaciones en las que corre peligro nuestra supervivencia o la de nuestro entorno. Por ejemplo, la explosión de un volcán, un terremoto, un atentado, una guerra, una pandemia,…
Las fases del estrés: el Síndrome general de Adaptación
El fisiólogo canadiense Hans Selye, pionero en el estudio del estrés en contextos médicos, observó que existían una serie de fases o etapas mediante las cuales el organismo trataba de adaptarse al estrés, a las que denominó “Síndrome General de Adaptación”. Este síndrome describe las tres fases principales del estrés, desde el inicio hasta su momento de mayor intensidad, cada una de ellas caracterizada por una serie de cambios corporales y psicológicos:
- Fase de alarma: cuando percibimos una situación estresante, el cuerpo se activa automáticamente para pasar a la acción. Se libera adrenalina, cortisol y otras hormonas que provocan síntomas como la aceleración del ritmo cardiaco y respiratorio, un incremento de la presión arterial, tensión muscular, dilatación pupilar,… También se genera una activación psicológica, aumentando nuestra atención, concentración y memoria. Esta primera fase suele ser breve y por lo general no es perjudicial para nuestra salud.
- Fase de resistencia: cuando el estrés se prolonga y la persona no tiene el tiempo suficiente para recuperarse, el cuerpo se va desgastando debido al esfuerzo energético de la fase anterior. El organismo trata de resistir los efectos del estrés, pero se va debilitando poco a poco. En esta fase la persona se siente más irritable y frustrada, aparecen las primeras dificultades para dormir y una sensación de cansancio. La duración de esta fase es muy variable y depende en gran medida de la capacidad de resistencia al estrés de cada persona.
- Fase de agotamiento: cuando la situación estresante se mantiene durante largos periodos de tiempo, se llega a una fase de agotamiento en la que la persona se va quedando sin recursos para afrontar el estrés. Nuestra capacidad de adaptación y resistencia al estrés es limitada, por lo que si estamos expuestos/as a estresores de manera continuada nos agotamos física y psicológicamente. Las reservas de energía del cuerpo se van agotando, debilitando nuestro sistema inmune y haciéndonos más vulnerables a desarrollar problemas de salud, sobre todo las denominadas enfermedades psicosomáticas. Además, la persona se siente cada vez más triste, desmotivada e indefensa, empleando en ocasiones el alcohol y otras sustancias para anestesiar el sufrimiento.
Tipos de estrés: agudo vs crónico
No existe un único tipo de estrés. Existen infinidad de clasificaciones de los tipos de estrés en función del criterio empleado, aunque la mayoría de expertos distinguen entre dos grandes tipos de estrés en función de la duración de los síntomas:
- Estrés agudo: es la respuesta de estrés que aparece cuando vivimos un estresor puntual en nuestra vida (ej. ruptura de pareja, despido, pérdida de un ser querido,…) o cuando hacemos algo nuevo y excitante (ej. ligar con alguien, montar en una montaña rusa, esquiar a toda velocidad,…). Suele producir una respuesta intensa, de corta duración y esporádica. Además, desaparece con rapidez y no suele ocasionar problemas para nuestra salud.
- Estrés crónico: es el estrés que se produce como consecuencia a la exposición repetida y prolongada a situaciones estresantes, manteniéndose durante largos periodos de tiempo (semanas, meses o incluso años). Suele aparecer cuando las personas no encuentran la salida a una situación vital compleja (ej. problemas monetarios, insatisfacción en el trabajo, un matrimonio infeliz,…). Las personas con estrés crónico a menudo se acostumbran tanto a la situación que no se percatan del elevado nivel de estrés que padecen, y lo ven como algo normal. Sin embargo, el estrés crónico va haciendo mella poco a poco, reduciendo la resistencia y las reservas de energía de la persona, lo que puede ocasionar múltiples problemas de salud.
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